30.1.12

Aintzane.

Su gemela se encuentra en el espejo, y la mujer que las quiere separar detrás de una de ellas. La joven tiene ojeras, está pálida y ha perdido el brillo de sus ojos azules, ese que hacía sonreír al resto del mundo. La mujer madura sostiene una maquinilla eléctrica, conectada al enchufe que se encuentra a la izquierda del espejo.
- ¿Está lista, Aintzane?
Se mira en el espejo; serena, fría... hierática. Asiente, un gesto que le produce naúseas, pero se contiene. La maquinilla comienza su trabajo, y los mechones dorados caen al suelo, muertos, sin vida, iluminados por los tímidos rayos de sol que se cuelan por la ventana.
- La quimioterapia es dentro de una hora, vete preparando.
Naúseas, dolores de cabeza, malestar, cansancio. Hay unas tijeras. ''La muy bruja se las ha dejado ahí, no es casualidad''. Las coge y las pone en alto; brillan con el sol. "¿Una señal? Quizá". Palpa su muñeca con ellas; están frías, y le ponen los pelos de punta.
- Por Aintzane, la reina del hospital.
Y se suicida.