13.2.12

No puede ser.

(Tinieblas y un bosque húmedo, profundo y frío. El sol se ha escondido entre las altas montañas. Aintzane se encuentra recostada sobre el tronco de un infinito árbol).
Se despierta con dolor de cabeza, cansada y decaída. Le duele la muñeca derecha y, tras ver claramente, la mira. Tiene una cicatriz horizontal, e inmediatamente se acuerda de todo. Le enfermera, las tijeras y la quimioterapia. Lo que no alcanza a entender es por qué se encuentra en medio de un bosque.
- ¿Aintzane?
Un hombre alto, probablemente pasando las tres décadas, se dirige a ella, sonriente y con un atuendo procedente de la Edad Media.
- ¿Quién eres? - dice cautelosa ella- ¿Qué es lo que hago aquí?
El hombre, sin perder la sonrisa, le tiende una mano que le ayuda a incorporarse.
- Soy Jasón, rey de los Saphos, y este es mi reino, Saphira.
"¿Jasón? ¿Saphira? ¿Un reino?" Aintzane no entiende nada, frunce el ceño, y espera una respuesta con algo más de sentido. "¿Es ésto una broma?"
- Al suicidarte renunciaste a tu vida en el reino de los vivos; ahora te encuentras en el mundo de las almas perdidas... lo único que tienes es tu cicatriz y esa cabaña a tu espalda. Nos vemos a la medianoche y te sigo contanto. Descansa.
Aintzane ve como el hombre desaparece a los dos segundos y medio y ella se dirige hacia la cabaña. Cuando está a centímetros de la puerta, esta, automáticamente, se abre. Entra y se ve a sí misma tumbada en una cama de hospital. Se lleva la mano a la boca, aterrorizada. "No puede ser".